Neuralgia del Trigémino: ¿Te duele el rostro sin razón aparente?

Un dolor súbito y punzante en la cara, como si fuera una descarga eléctrica. Tan intenso que puede impedirte hablar, comer o incluso sonreír. Así se manifiesta uno de los trastornos más dolorosos conocidos: la neuralgia del trigémino.

Pero ¿qué es exactamente esta condición? ¿Por qué aparece? ¿Y cómo se trata? En este artículo te explicamos de forma clara qué es la neuralgia del trigémino, cómo reconocerla y qué opciones existen para aliviar el dolor.

¿Qué es la neuralgia del trigémino?

La neuralgia del trigémino es un trastorno que afecta al nervio trigémino, responsable de transmitir las sensaciones del rostro al cerebro. Este nervio tiene tres ramas que cubren diferentes zonas: frente y ojo, mejilla y nariz, y mandíbula.

Cuando hay presión, irritación o daño en este nervio, puede generar episodios de dolor facial intenso y repentino, incluso con un simple roce o movimiento.

¿Cómo se siente este dolor?

Las personas que lo padecen lo describen como:

  • Una punzada o descarga eléctrica en la cara.
  • Dolor agudo y breve, que aparece de forma inesperada.
  • Episodios que duran segundos o minutos, pero se repiten durante el día.
  • Dolor unilateral (afecta solo un lado del rostro).
  • Hipersensibilidad: actividades normales como cepillarse los dientes, hablar o el viento en la cara pueden desencadenarlo.

Es un dolor que va más allá de lo físico: puede generar ansiedad, afectar el sueño y limitar actividades cotidianas.

¿Qué causa la neuralgia del trigémino?

En la mayoría de los casos, el problema ocurre porque una arteria o vena comprime el nervio trigémino cerca de su origen en el cerebro. Esta presión daña la cubierta del nervio (mielina) y provoca que las señales eléctricas se disparen de forma anormal.

Otras causas menos comunes pueden ser:

  • Esclerosis múltiple.
  • Tumores cerebrales.
  • Malformaciones vasculares.
  • Secuelas de cirugías o traumatismos.

 

A veces, no se identifica una causa clara, y se le llama neuralgia del trigémino idiopática.

¿Quiénes pueden padecerla?

Este trastorno puede afectar a cualquier persona, pero es más común en:

  • Adultos mayores de 50 años
  • Mujeres (más frecuentemente que hombres)
  • Personas con antecedentes neurológicos

Aunque es menos frecuente en jóvenes, también puede presentarse, especialmente si hay alguna condición neurológica previa.

¿Tiene tratamiento?

Sí. Y lo más importante: existen opciones eficaces para controlar e incluso eliminar el dolor. El tratamiento depende del origen del problema y de la intensidad de los síntomas:

Tratamiento médico

El primer paso suele ser el uso de medicamentos anticonvulsivos como la carbamazepina o gabapentina, que ayudan a reducir la actividad anormal del nervio.

Tratamiento quirúrgico

Cuando los medicamentos no son suficientes o dejan de funcionar, existen técnicas quirúrgicas altamente efectivas, como:

  • Descompresión microvascular: se separa la arteria que presiona el nervio. Es una cirugía precisa y de alto nivel.
  • Rizotomía: procedimientos que lesionan selectivamente el nervio para bloquear el dolor.
  • Radiofrecuencia o radiocirugía: técnicas mínimamente invasivas, sin necesidad de abrir el cráneo.

La elección del tratamiento ideal debe hacerse en consulta con un neurocirujano especializado, que evalúe cada caso de forma individual.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de la neuralgia del trigémino se basa en la historia clínica detallada y una exploración neurológica completa. En muchos casos, se complementa con estudios de imagen como la resonancia magnética, para detectar si hay compresión del nervio por una arteria o presencia de otra causa.

Un diagnóstico oportuno permite ofrecer un tratamiento más preciso y eficaz.

La neuralgia del trigémino no es un dolor común. Es un padecimiento real, intenso y limitante. Pero con la atención médica adecuada, es posible recuperar la calidad de vida.

Si tú o alguien cercano experimenta dolor facial súbito, punzante y sin causa aparente, es importante acudir con un especialista. Ignorar los síntomas o automedicarse solo retrasa el alivio.

La neurocirugía moderna ofrece alternativas avanzadas y seguras para tratar este trastorno. Vivir sin dolor sí es posible.

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